Mientras escribo estas lineas, veo que ha sido publicado un enésimo artículo más sobre el hygge.No puedo más, lo siento. No pensaba escribir sobre esta moda del hygge y sus secuelas, pero he tocado mi límite. Esta repetición cansina del milagro increíble me harta.
¿Será que, por fin, me he vuelto danesa? Probablemente no.... mmm, no he oído a ninguno de mis neocompatriotas molestarse con la fiebre hyggesca.
Pues a mí este furor me produce el mismo prurito mental que las preguntas sobre la siesta, porque no son más que otra ración de lo mismo: simplificaciones (simplonerificaciones) de una realidad compleja- cuando no invenciones sobre el topicazo.
El topicazo de los españoles de palillo en boca, camiseta sin mangas con todo el pelo en pecho al aire y un pañuelo anudado en la calva por cuatro costados. El topicazo de la felicidad nórdica, así, en grueso. Toma ya.
Sí, sí, el hygge es un mantra muy importante en la cultura danesa- y no digo ni que esté bien ni que esté mal, tiene su aquél, pero también su lado oscuro*. Mi opinión personal sobre el hygge me la reservo porque no quiero que se confunda el propósito de mi post, que no es denostar lo danés, sino el topicazo. Y el concepto crecepelo pero en formato felicidad; una cosa os confieso: está lejos de ser un elixir secreto de la omnifelicidad, vamos que es un bulo eso de que si te haces con un kit de hygge, en caso de que te sea accesible, serás feliz, seas como seas y estés donde estés. Por si a alguien le quedaba alguna duda.
Menos mal que, como todo, esta otra moda superficial, este concepto vendelibros, será pronto arrasado por la siguiente ola superficial, de la que no tardaré en hartarme, a buen seguro.
* Naipul no fue muy diplomático al respecto, claro que él estuvo sólo de paso, así que tampoco hay que tomarle tan en serio.