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Ciencias


Continuamos sufriendo los horrores de un virus que nos sigue robando la vida en general.

La ciencia avanza con la lengua fuera en el alcance del conocimiento del comportamiento y las características específicas del virus.

Y, sin embargo, como suele ocurrir, da la impresión de que se está olvidando recurrir a las ciencias que podrían dar también con otras claves que son necesarias para comprender el desarrollo de la pandemia: las ciencias sociales.


Hay una idea extendida de que cualquiera, armado de servilleta y boli, puede hacer ciencia social: total, es opinión. Es como si los antropólogos, sociólogos o demógrafos tuvieran una licencia especial para inventarse cualquier cosa. Esto no es así, claro. Por un lado, las ciencias sociales se mueven tanto como en la física o las matemáticas en un marco de rigor científico, y por otro, las perspectivas en las hipótesis se dan por igual en todas las ciencias, sociales o no. Hay cuánticos y relativistas como hay materialistas y estructuralistas.

Y mientras el mundo se asombra con las diferencias en el desarrollo de la pandemia en uno y otro lugar del mundo, me gustaría saber cuántos antropólogos, sociólogos o demógrafos forman parte de las comisiones de investigación.

Que es necesario conocer las características propiamente físicas, biológicas, del virus es evidente: genomas, mutaciones, gotículas, salivas, etc. Que es necesario conocer las condiciones materiales en las que se desarrolla la pandemia, también: densidad de población, aglomeraciones, lugares de coincidencia de muchedumbres, etc.

No es que se haya ignorado por completo el peso de las condiciones culturales, pero eso parece poco científico, abstracto y se deja un poco de lado. Por condiciones culturales entiendo aquí la manera que tenemos de entender y ejecutar nuestras relaciones sociales, o nuestro contacto, o las ideas que tenemos de cómo funcionan las cosas, porque seguimos juntándonos físicamente.

Así, si queremos saber cómo se vehicula el virus, tenemos que saber qué hacen sus transportadores: las personas. Primero hay que afinar hasta el máximo en lo que se refiere a los contextos, porque estamos viendo que hay una disparidad entre lo que ocurre, por ejemplo, en Dinamarca, hasta cierto punto, y en España. O en Italia y España. Y dentro de estos países hay diferencias ya no solo regionales, sino de contexto socioeconómico, pero también de la situación concreta: no es lo mismo ir a comprar que ir de cena familiar.

Es evidente que las circunstancias socio-materiales son un punto de partida: como por ejemplo, las condiciones de la vivienda. Una familia que habita en un piso de una sola habitación, difícilmente podrá aislar a uno de sus miembros, por ejemplo. Una persona que no disponga de vehículo propio, tendrá que moverse en transporte público, lo que aumentará su exposición al virus, etc.

Pero hay que seguir mirando: la mayor parte de contagios ocurre en el entorno familiar. Entonces a ese contexto hay que buscarle un porqué. Podría ocurrir que hay comportamientos que pasan desapercibidos porque no se repara en ellos: son lo natural, pero que pudieran constituir un factor de transmisión viral. La presión social del contacto físico: es una ofensa que alguien no te abrace porque tienes un catarro. Pues vaya un exagerado, vaya un seco. O la presión social para reunirse. Pues vaya un exagerado, vaya un seco. O la idea que se tiene de cómo son las cosas en el pensamiento colectivo. Si es aceptable que los jóvenes o los mayores o los rubios o los que tienen pecas se reúnan, porque son jóvenes, mayores o tienen pecas. Ese pensamiento colectivo puede conducir a la repetición de una conducta que expande la pandemia.

Si se quiere hacer ciencia, si se quiere alcanzar un conocimiento científico, no vale con ponerse con una servilleta o charlar con los cuñados a los postres. El porqué hay que documentarlo, hay que recurrir al cuerpo de conocimiento labrado por otros, y hay que contrastarlo. Y ahora, más que nunca, hay que dejarse de servilletas y dar paso a la ciencia, a las ciencias, a todas. Por una vez.






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