Sé que no soy la única que se muere por atravesar una por una, con las piernas, como si fueran pasos de vallas o saltos de fosa de una carrera de obstáculos, todas las fronteras que me separan de mi país.
Y cuando se empezaba a ver un rayito de esperanza, la primera ministra danesa declaró que de eso nada, que el tránsito estará cerrado con salvadas excepciones, todas hacia el norte, claro, hasta, por lo menos, el 31 de agosto.
Sentirse prisionero es poco.