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Coropostales VIII: Erizos


Schopenhauer, cuentan, era de carácter agrio. Quizá por eso escribió la parábola del puercoespín: en una noche de invierno, los erizos necesitan acercarse para darse calor, pero al hacerlo, se hieren con las púas.

Esa misma imagen se usa para hablar de la necesidad de acercanos a nuestros congéneres, al tiempo que hacerlo nos irrita o incluso nos hiere.

Nos hemos acostrumbrado durante estos meses a la lejanía física, a eludir con cierta facilidad esos encuentros de compromiso, los que obliga el decoro.


Ahora que empiezan a abrirse las compuertas, volverán las reuniones. Y quién sabe, quizá por una vez y durante un ratito, nos olvidaremos de las púas. O quizá, por el contrario, las soportaremos aún menos que antes.


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