Después de unos cuantos días bajo el cielo abierto y por primera vez en mi vida me he dado cuenta de que había olvidado la lluvia. Tal cual. Si lo pienso bien, me había olvidado de la realidad también.
(Y aquí, con la lluvia, con la realidad, está empezando el año, preñado de quién sabe cuántas cosas maravillosas y quién sabe también cuántas pesadillas nos aguardan. )