Imagen: Mars Attack
El etnocentrismo se muestra en muchas facetas insospechadas. Esa es precisamente su característica principal: ser insospechadas, porque el etnocentrismo consiste en creer como universales, únicas y evidentes las premisas de nuestro mundo.
Una de las manifestaciones del etnocentrismo consiste en creer que nosotros somos los normales. Los raros son ellos.
Y así, cuando abandonamos nuestro cómodo hábitat, nos encontramos con el chocante efecto de ser ¡nosotros! los raros.
En muchos lugares de la tierra no se han visto europeos, occidentales, gentes de piel más blanca y ojos sin rasgar. Una vez me contó mi hermano, que había ido a un pueblo rn China y una persona le había dicho: es la primera vez que veo a un blanco. Este día no lo olvidaré nunca. Los primeros blancos en la aldea. Y de pronto nos sentimos objetos de la fascinación curiosa de los habitantes del lugar.
Ser parte de la minoría es el primer ejercicio de desenrocamiento del etnocentrismo. Es la primera conciencia de que ellos también son normales. Es el primer paso para darse cuenta de que en la vida no hay un centro, que en realidad lo "normal" no existe: El centro lo colocamos los humanos y con ese centro, colocamos la línea que marca la diferencia entre nosotros y ellos. Entre lo normal y lo raro.