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El cine y el migrante


Decía Luis que otro de los apretujones de agenda de las visitas a casa son las sesiones maratonianas de cine. Yo le he visto encadenar tres películas seguidas en un día.

En efecto, el migrante apasionado del cine y la literatura o del saber en general hace un hueco especial para ir a ver películas a la pantalla grande o comprar aquellas que se ha perdido a lo largo del año. (o carga su maleta con kilos de libros).

¿Por qué?

1. Por amor al arte: al séptimo, que es fascinante.

Para no perderse ni una de las maravillas que se producen en el celuloide hispanohablante y que no tienen cabida o no quieren darle cabida en mercados estrechos (como el danés, donde no caben grandes extravagancias en cartelera de andar por casa; si acaso en festivales o filmotecas alternativas.)

2. Por cuestiones de idioma

Si no hablas el idioma de tu país de acogida te perderías todas las maravillas producidas en idiomas que no hablas.

3. Por apego cultural

Saltarse las películas de un determinado periodo es una forma de ruptura con el mundo que sentimos como nuestro.

4. Por erudición

Saltarse un periodo cinematográfico es como arrancarle una letra al diccionario enciclopédico de la cultura general, que dista mucho más que mucho de ser universal. Alguien cultísimo en su país de origen puede ser un perfecto analfabeto en otro. Prueba si no a jugar al trivial en versión de otro país. Y ya no sólo por una cuestión del idioma y del conocimiento asociado a las palabras: por ejemplo, uno puede ser un erudito en botánica en su país de origen, y al mudarse a otro, que las especies sean distintas y desde luego, que desconozca sus nombres en el idioma local. De erudito a completo ignorante.

No, no es una cuestión meramente idiomática o de nomenclatura: lo que se supone que hay que saber varía enormemente de un país a otro. Pide un libro de Boris Vian en una librería danesa, la más grande de la capital. (Y por el contrario, a un danés le parecerá abominable que en una librería madrileña no sepan quién es Dan Turèll)

España es un país de extraordinaria pasión cinéfila.

5. (En el cine, por reírte sincronizadamente con tus compañeros de visionado)

Como recordaba en este post, nada como ver una película y que la gente se ría cuando no toca, o, por el contrario, que no se rían en una escena comiquísima, como me ocurrió viendo Relatos Salvajes, en la escena del parabrisas- se me saltaban las lágrimas de la risa, pero éramos cuatro en la sala, y las otras 3 señoras no compartían mi humor escatológico y sólo podían decir, en congoja máxima: no, no, no, no, no.

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