Retornar no es nada fácil.
No fue fácil irse, reinventarse. Lanzar el ancla hasta poder decir: esto (también) es casa.
En el primer anclaje te dejaste la ilusión del paraiso, se la comieron los tiburones de la realidad. Por ejemplo te habías imaginado que ibas a un país civilizado, donde la gente respeta a los demás. Donde nadie se mete en tu vida.Y te encontraste con que efectivamente, eso era así. Nadie se mete en tu vida, haces lo que te da la gana (y además juegas con ventaja, y usas eso de "es que yo soy extranjero" jeje) Pero a cambio, nadie se mete en tu vida para darte un abracito cuando lo necesitas. Ni te dicen que se te va a caer una teja en la cabeza, porque eso sería una injerencia en tu privacidad. Y al poco tiempo te das cuenta de que las cosas tienen sus dos caras. El mismísimo fenómeno te da alegría y tristeza a la vez. Adiós, ideal de paraiso.
Te desarraigaste cuando empezaste a oir: " es que estás muy raro" (amigos: no os lo tomeis a mal, que esto es lo más normal del mundo. El desarraigo va por dos lados: lo sufre el migrante tanto como sus amigos y familiares.)
Pero el caso es que empezaste a sentirte raro de verdad. Raro aquí y allí.
Y como buen Ulises que es todo el que migra, la idea de volver, volver, volver siempre te acompaña. Esa idea no la puede comprender quien no la ha vivido. El síndrome de Ulises, se llama. Cada uno la tiene en su intensidad, pero puede llegar a ser vitalmente peligrosa. Te mueres si no vuelves. Te empiezas a poner gris y al final, como todas las plantas que han pasado por mi casa, te mustias.
Volver... sí. Volver a lo que conoces, a la unidad, a romper con esa dualidad que a veces te mata.
Volver a CASA. A la de verdad.
O ... quizá no. No, más bien no.
Porque vuelves y nada era como antes. Empezando por ti. Tus amigos, las cosas se han movido de sitio, ¡las estaciones de metro tienen nombre de compañía de teléfonos!, se murió el césped de la piscina. EGB ahora se llama otra cosa. No te enteras de a dónde tienes que ir a llevar los papeles del coche.
Eres un invitado en tu propia casa.
Si antes te parecía que tenías desarraigo, ahora te ha caído en la cabeza como si hubieran lanzado un yunque desde un globo aerostático apuntando directamente a tu cogote.
Por el camino has perdido la ilusión de la existencia de un paraíso y ahora has perdido la idea de la existencia de "casa"- casa de verdad. Ahora sabes que "casa de verdad" no existe.
Y además de todo eso te enfrentas con las dificultades administrativas del retornado- ya no tienes tarjeta de la seguridad social ¿a dónde tengo que ir? ¿qué puedo hacer? (aquí puedes ver algunas ideas)
Además te enfrentas a que, si antes te miraban como a un bicho raro, ahora te mirarán como a un bicho raro fracasado. O como: ahh, así que al fin y al cabo esto no estaba tan mal, ¿verdad? El estigma del retornado. Como si cuando uno se va se tuviera que quedar toda la vida. Como si a todo el mundo le tuviera que parecer que todo está bien, allí y aquí. Como si quien se fue a Sevilla perdió su silla. Y te da miedo.
Pero tengo buenas noticias para ti:
No perdiste tu silla.
Ahora tienes DOS casas.
Has crecido como persona.
Te has vuleto más tolerante.
Es emocionante volver.
Y cuentas, además, con un arma fortalecida: tu capacidad de afrontar lo desconocido (ya pasaste por esto) y tu plasticidad. Tu elasticidad. Tu adaptabilidad.
Tu casa no es la de antes: ¿y qué? No lo hubiera sido de todas formas
Cuando vuelvas, las cosas que te gustaban del otro país llenarán mucho más espacio que el que llenan las que no te gustaban.
En resumen:
Las barreras que sufre el retornado pueden ser psicológicas (temor al fracaso, sensación de desarraigo, temor a ser juzgado o discriminado al volver...) o socioeconómicas. Entre las socioeconómicas están las dificultades laborales, preocupaciones familiares (escolarización de los hijos:¿se adaptarán al idioma, el distinto nivel educativo, al distinto estilo educativo?), dificultades administrativas (qué tramites, dónde, cuándo, cómo, por qué), los poblemas de adaptación a un nuevo estatus social, etc.
Para afrontar mejor la experiencia del retorno es importante ponerse en paz con uno mismo, y prepararse a sí mismo. Aquí te presento unas propuestas para ayudarte a ti mismo.
PS: las cosas se complican aún más cuando tu pareja es de la "otra casa". Y tu retorno implica des-retorno para tu pareja. O no.
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