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¿Cultura?

¿Qué es eso que me dejo cuando me voy a vivir a otro país? - además de todo aquello de se queda fuera de la maleta ... te dejas la cultura, pero ¿Qué te da la cultura?

Te da las llaves para entender el mundo, para actuar en él. La cultura, por ejemplo, te dice qué se pone en el gazpacho y qué no (puedes leer aquí la entrada de El Comidista, tan aguda como de costumbre.) Es un pensamiento colectivo que hace que te salga sarpullido si alguien osa ponerle jalapeños a un gazpacho. Pero también la cultura puede hacer que te parezca completamente natural ponerle jalapeños al gazpacho- what else?

La cultura no cae llovida del cielo, como te puedes imaginar, pero tampoco naces con ella, como muchos creen. La cultura es completamente contextual, se aprende en un marco concreto. Se aprende en el colegio, se aprende de los padres, abuelos, hermanos, de los amigos, de la televisión, de los libros, de la música, ¡de las películas!. Poco a poco vas aprendiendo que uno no se quita los zapatos en la mesa (o sí), que sorber la sopa es de mala educación (o, por el contrario, NO sorber la sopa es de mala educación) ... Poco a poco aprendes a leer lo que alguien quiere decir cuando habla. Sí, ya quedaremos, te dice (y en el mundo hispánico sabes perfectamente que no es verdad; en el mundo nórdico sabes que acabas de sellar un pacto inviolable) ... la cultura te proporciona un manual de instrucciones para saber cómo tienes que juzgar a las personas, los actos, saber distinguir lo bueno de lo malo, lo de buena calidad de lo de mala calidad; pero además te da una identidad. Te regala un grupo, un sentimiento de pertenencia. A los humanos nos gusta pertenecer a grupos, clasificarnos. Y no hay nada malo en ello. Bueno. Si se piensa como una forma de inclusión, De la parte fea, la exclusión, ya hablaré otro día, que hoy no me apetece*.

Y ese sentimiento de pertenencia que hacer que te sientas triste cuando de pronto pierde la Roja. Aunque no hayas tocado un balón en tu vida, aunque tú, desde luego, no hayas intervenido en lo más mínimo en esa derrota... no puedes evitar sentirte identificado; ofendido cuando alguien se mofa de tu equipo, orgulloso cuando se presentó la infalible victoria, en aquellos días (sí.). No han perdido, hemos perdido.

Ahora que ya no estás allí, ese sentimiento de tristeza por la derrota no es un sentimiento colectivo sin propietario específico que inunda la oficina. No. Estás solo con tu tonta melacolía. Ahora sí que es tonta. Quizá, en el mejor de los casos, les arranques una piedad casi odiosa; en el peor: la burla que tanta rabia te da, sin que puedas explicarlo. (¿Patriota yo? ¡Nunca! ¡Pero si a mí ni siquiera me gusta el fútbol!)

*Me voy a limitar a decir que esa identidad colectiva se pone de relieve en el contraste con los otros. Hay un proverbio árabe que puede servir a grosso modo el sentimiento de pertenencia por contraste: Yo, contra mi hermano; yo y mi hermano contra mi primo; yo, mi hermano y mi primo contra el vecino; yo, mi hermano, mi primo y mi vecino contra el forastero. Otro día hablaré más de esto. Hoy no, mañana.

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