Una de mis historias favoritas sobre regalos es el cuento de O. Henry, El regalo de Navidad:
Los Dillingham Young, un matrimonio del Nueva York de principios del siglo XX , viven con gran apuro económico.
Es la víspera de Navidad y Della decide vender su hermosa cabellera para poder comprarle a Jim una cadena para su elegante reloj.
Cuando él llega a casa palidece al ver que su amada se ha cortado el pelo. Jim había vendido su reloj para comprarle unas hermosas peinetas de concha para adornar aquella que fue una espectacular melena.
Me da casi pena estropear el precioso cuento de O. Henry con una aclaración sobre el acto de regalar, que está mucho más allá de la transacción comercial concienzudamente explotada y que el autor retrata a la perfección con esta simpleza narrativa. Es el acto y no el objeto lo que interesa. Cada intercambio de regalos es una micro declaración amorosa, no necesariamente romántica. El que se hace con corazón, claro.