Decía Laura, no sin razón, que cuando vas de visita a tu país, las primeras personas a las que ves son las únicas que se llevan las noticias enteras: he hecho esto, lo otro, me pasó esto o me pasó aquello y ahora quiero hacer lo demás.
La segunda persona a la que ves, escucha ya una versión un poco más flaca de lo que ha pasado en tu vida desde la última vez que los viste. Para qué contar lo de que te compraste un león y lo tienes en tu jardín. Bah, a nadie le interesa.
A la tercera ya quitas lo de que te has hecho astronauta.
Y así, hasta que el diálogo, ya por puro cansancio de oírse a sí mismo contar las mismas batallitas una y otra vez, y hasta quizá por autopudor (qué pesada, siempre cuento lo mismo) se convierte en esto (sic Laura):
- ¿Y qué tal todo?
- Bien, ¿y tú?
Como no reunas a todos tus amigos y les des una presentación de pagüerpoin(t) esto no tiene remedio.