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Giñadas lingüísticas



Cuánto he hablado de las peripecias lingüísticas del migrante.

No conocer el idioma local da cosquillas mentales como turista, pero como habitante, la sensación de no entender nada provoca una incomodísima sensación de vivir en las tinieblas - hasta el día en que inventen un mundo con subtítulos. Uf, y aún con subtítulos, nos haría falta que pusieran subtítulos a los subtítulos.

Entonces uno se sumerge en la aventura cognitiva de aprender la lengua local. Adquirir un idioma es mucho más que aprender igualdades de palabras, es adentrarse en un mundo.

Y cuando por fin ocurre el click, uno se atreve a hablar: pasa de ser ese pasivo espectador que no se entera de nada, al espectador que se entera de la mitad y que además, puede intervenir. Los comienzos son difíciles, claro. Para ser un máster, aún tienen que pasar unos cuantos "hm hm" (comodín universal para cuando notenterasdequédemoniosdicen pero no lo puedes reconocer, porque ya has agotado el bono de "¿perdón?" del día.)

Parte del aprendizaje (quizá la más importante) consiste en el calibraje: más que el significado de las palabras, se trata de aprender el contexto en que pueden usarse, la intención que denotan, lo que dicen de ti esas palabras que usas; porque cuando uno usa palabras de un idioma con el que no ha crecido, desconoce lo lejos que tira la piedra. Por ejemplo, en cierta lengua no se debe decir diablos a un desconocido, a menos que uno quiera provocar.

Mucho más fácil de entender si lo cuento del otro lado:

Rimme, un amigo holandés, tiene el extraordinario talento de hablar perfecto castellano, tanto gramatical como fonéticamente- su mérito va mucho más allá de la ayuda de las fuertes consonantes del neerlandés.

En cierta ocasión, tenía una cita para hablar con una persona muy oficial y muy seria. De camino, su hija pequeña sacó choris para llenar varios pañales: se impuso una parada técnica para limpiar la hecatombe. Así que llamó a la señora muy oficial y muy seria y le dijo:

- Buenos días, mire, (señora muy oficial y muy seria) llamaba para avisar de que vamos a llegar un poco más tarde. Es que mi hija se ha giñado en el coche.

Lo que os digo: subtítulos a los subtítulos.






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