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Jerarquías


Estaba pensando que el mundo se divide en dos: los que creen en las jerarquías y los que no. Pero rápidamente he corregido el rumbo frívolo de mis pensamientos maniqueos, porque como en todo lo demás, la jerarquía está llena de matices de gris, y uno, como en casi todo, puede tener vetas de opinión diferente en cada una de las notas de esa compleja escala. Además, puede usar argumentos larguísimos para esas vetas. De forma que no es cuestión que se resuelva en " el mundo se divide en..."

La jerarquía se presenta de muy diversas formas, en muy diversos matices y puede gastar disfraces bien diferentes: a la jerarquía le gusta el escondite: lo que quiero decir es que muchas veces aceptamos la jerarquía como si fuera algo esencial, natural, inherente, incontestable y universal. Nada más lejos de la realidad. Piénsese, por ejemplo, en la aceptación generalizada y legalizada hasta apenas hace un puñado de decenios, de la superioridad de la raza blanca sobre la negra. (La raza no es algo biológico, sino cultural.)

Cuando hablo de jerarquía no me refiero a la atribución de funciones diferenciadas a ciertas personas, sino a los privilegios asociados a la pertenencia a un cierto grupo (ya sea una clase social, un tipo de trabajo, la etnia, etc.) Y dada la arbitrariedad (esto se puede discutir hasta el infinito), lo que me interesa comentar aquí es el aspecto de choque cultural.

El migrante se topa con una categorización distinta de los grupos privilegiados de su lugar de origen (hasta lo más insospechado; por ejemplo: un autobús puede estar en lo más alto de la jerarquía en el tráfico), con unas atribuciones distintas (el que manda, por mandar, puede permitirse el lujo de ir en bici al trabajo: está por encima de la esclavitud del coche) y un grado de separación entre los grupos muy distinto (a pesar de ser el gran jefazo, puedes decirle que se ha equivocado en algo, o que se ha dejado la espinaca entre los dientes.)

Pero el migrante también tiene que aprender a hilar fino, porque como he dicho, a la jerarquía le gusta el escondite y muchas veces los propios nativos no son conscientes de la jerarquización que ejercen; otras veces no admitirían jamás dicha jerarquización.

Porque en realidad aprendemos a jerarquizar desde bien pequeños, de forma que interiorizamos la concentración de privilegios como algo natural, etc. Los mecanismos de justificación de las jerarquías no me caben en este puñado de palabras, pero a quien le interese, le recomiendo la lectura del libro Estratificación Social y Desigualdad, de Harold Kerbo.

Uno de los aprendizajes más valiosos para el migrante, es precisamente la concienciación del carácter convencional, construido de las jerarquías, aunque quizá en un porcentaje menor de lo deseado, porque aquello de que el racismo se cura viajando, si es que de verdad lo dijo Unamuno... lo dijo porque entonces no había grupos de facebook y no podía leer los comentarios que escriben algunos de sus usuarios.... unos usuarios que han experimentado en su piel la automática degradación en la escala social por el mero hecho de provenir de otra geocoordenada.

El estatus, la posición es un traje de más fácil quita y pon de lo que uno podría creerse. Que hasta el jefe más jefazo del mundo pierde su estatus en un microsegundo con esa espinaca entre los dientes.

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