El otro día, en la televisión danesa había un programa dedicado a los extranjeros viviendo en Dinamarca. Un tipo decía: El acento: Siempre tenemos sobre nosotros la pregunta: ¿tú de dónde eres?
A mí en particular, y dependiendo de las circunstancias, no me molesta, pero sé que algunas personas se lo toman fatal:
Un par de taxistas en el tren iban comentando un día: "y va la señora, y tiene la osadía de preguntarme que de dónde soy!" Aquí muchos de los taxistas son extranjeros - los gremios y las etnias. Es un fenómeno muy común, como habréis observado, en el mundo entero y normalmente, desafortunado (porque normalmente el migrante se queda con la peor parte, aunque esté cualificado para trabajos mucho más interesantes que los que le dejan; pero de estereotipos y estigmas he hablado ya mucho y no quiero aburriros)
La cuestión es que la pregunta puede ser fruto de la simple curiosidad de quien la emite- y eso a mí me parece positivo: la curiosidad por los otros mundos es algo fantástico ... pero también, a veces, esa pregunta puede estar cargada de significado, y no del bueno: aaah, pobre, que vienes de un país de aquellos que no están tan avanzados como el nuestro.
O bien, la pregunta hace las veces de recordatorio: tú no eres uno de los nuestros. Y a ratos, eso duele, a ratos es indiferente, a ratos hasta se agradece.
Ser de fuera puede convierte en puro contexto (es decir: de pronto no eres Hakam, sino "turco")
Ser de fuera lleva de regalo una degradación de tus derechos, asumida como algo natural, como si las cosas tuvieran que ser así (no haber venido)...
Ser de fuera te concede el eterno estatus de invitado; aunque te quedes por los siglos de los siglos, siempre serás tratado como si estuvieras de paso.
Ser de fuera trae también de regalo el: Ah, eso lo haces así (o aún peor: eres así) porque eres española.
Pero eso mismo puede usarse al contrario:
como pretexto para hace un poco lo que a uno le da la gana- siempre dentro de los límites del respeto, obviamente...
No pertenecer, de alguna forma, te hace más libre, te desprende de la presión social de tu estatus, porque de pronto eres tú sin tu contexto, de pronto ya no significa nada que vivieras en el Pozo del Tío Raimundo, por ejemplo. Y eso te permite, de alguna manera, reinventarte a ti mismo. Ponerte a ti mismo las etiquetas que más te gusten, o quitártelas. Como eres de fuera...