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II. Todos, partes, generalidades, eternidades: Las personas.

La semana pasada hablaba de cómo nos creamos imágenes resumidas de lugares resumidos.

Lo mismo ocurre con las personas. He hablado antes de la estereotipación de las personas en función de su lugar de origen (y de cómo atribuir personalidades a las nacionalidades es un craso error).

Pero hoy voy a hablar de la parte más fea de esa generalización: el estigma.

Leí (con horror) en el capítulo Social Class and Test Performance del libro Stereotype threat : theory, process, and application (editado por Michael Inzlicht y Toni Schmader) de un estudio llevado a cabo por cierta universidad, en el año ¡1991! que medía la pobre inteligencia de los pobres. Cualquiera pensaría que este estudio se hizo antes de 1800, o que fue llevado a cabo por amateurs, porque ¿quién si no sería tan necio como para intentar probar la correlación entre inteligencia y clase social o menos aún, raza?

Los tests probaban estadísticamente, que los estudiantes pobres/de raza eran menos inteligentes- decían ellos.

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Este grito va con acento de Chiquito... para dentro y muy agudo.

¿Dónde está el truco? Si las estadísiticas lo dicen ¿cómo podemos decir que NO son menos inteligentes?

El truco no es uno, sino muchos:

El primer factor es ideológico: el experimento sirve para justificar un injustísimo sistema que perpetúa de generación en generación la reserva de los mejores recursos a una minoría de la población (como son listos, es justo que les demos todo, y al fin y al cabo, si los otros fueran listos no estarían donde están).

Otro factor, psicológico, es el daño que hace el estereotipo negativo o estigma sobre el rendimiento del individuo sobre el que pesa la mala reputación.

Los autores del artículo que menciono (Croizer & Claire), llevaron a cabo otro experimento: hicieron un examen con preguntas similares a las del examen que sirvió para la supuesta demostración empírica de la inteligencia de racial (o de clase). A la mitad de los estudiantes les dijeron que era un examen de habilidad verbal (de lengua) y a la otra mitad les dijeron que era un test de memoria.

De aquellos estudiantes que creían estar haciendo un examen de lengua, los de clase favorecida sacaron marcadas mejores notas que los de clase menos favorecida, que sacaron malas notas.

Sin embargo, de los estudiantes que creían hacer un examen de memoria, los de clase favorecida sacaron marcadas peores notas que lo de clase menos favorecida.

Este experimento no es aislado, claro, forma parte de una serie de estudios que trabajan con el peso que tiene el estigma en el rendimiento de los individuos. El cerebro usa mucha energía en luchar contra el estereotipo- de forma que no le quedan muchos recursos para resolver los problemas planteados. Además, las personas repondemos como creemos que se espera de nosotros. Es algo que se llama etiquetado. El viejo truco de: con lo bueno/a que tú eres... pero al revés. Claro, con lo malo/tonto/débil/inútil que eres... los estereotipos se aplican a grupos de menor poder- como migrantes o personas de etnia discriminada, clases sociales menos favorecidas, mujeres, personas de edad, etc.

Hay todavía un factor más, y son las oportunidades que disfrutan las personas por el hecho de pertenecer a un determinado grupo. En los tiempos que corren, la creencia en los superpoderes del individuo no es un accidente. Los individuos tienen- tenemos- un poder limitado, y mucho menor del que nos quieren hacer creer.

Si quieres puedes, es una frase multirepetida. Pues no. Si quieres, y puedes, podrás. Pero tendrás que contar con un marco que haga posible que tu esfuerzo tenga un resultado.

Es paradójico que en un mundo supuestamente globalizado le ponga fronteras a la piel. ¿Pero no habíamos quedado en que no había que intervenir? (en esas cosas que nos convienen, como por ejemplo, en cuánto me pagan, o me dejan de pagar, o qué pueden hacer los bancos) Libre circulación de bienes y personas. ¿No era eso?

Y al mismo tiempo se erijan tantísimos partidos políticos- en todas partes- que atribuyen territorios a las personas, y juegan con los estigmas, porque son conceptos de fácil digestión. Porque al construir el estigma, estamos construyéndonos a nosotros mismos, y nos sentimos mejor cuando decimos que ellos son ... O que nos quitan el trabajo, bueno, el dinero por trabajar. Nos lo quita el marroquí, pero no el empresario que solo contrata becarios, y arguye que esperar un sueldo a cambio del trabajo es de mediocres. Nos lo quita el marroquí, pero no el gobernante que hace legal que no le paguen a uno por trabajar.

Recuerdo un documental sobre las favelas en Río. La parte más dura era cuando un jovenzuelo decía que él había intentado trabajar honradamente, que no deseaba nada más que eso en el mundo, tener un trabajo normal con el que alimentar a su familia. Pero que cada vez que iba a una entrevista de trabajo le preguntaban dónde vivía. Y claro, era determinante.

Es un poco increíble que tengamos que explicar estas cosas a estas alturas. En este mundo que se supone tan listo, tan preparado, tan experimentado, que debería, a estas alturas, haber aprendido tantas cosas que parece estar desaprendiendo a marchas forzadas.

Pero para eso estamos, para recordar de cuando en cuando que las personas no son criminales, no tontas, ni otras cosas solo por el hecho de moverse, ni por el color de su piel ni por su país de origen.

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